Fotografiando el Otoño en Ordesa y Monte Perdido
Paisaje otoñal en la Cascada del Estrecho. Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.
Después de varios días dedicados a la misión de inmortalizar el otoño de este año, puedo afirmar que ha sido, sin duda, el más impresionante hasta la fecha.
El año pasado viajé al Pirineo francés, concretamente a la zona de Bagnères-de-Luchon, con el mismo propósito. Aquella experiencia fue preciosa, pero este año, en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, la naturaleza se superó por completo.
En esta entrada del blog quiero compartir con vosotros mi experiencia y algunas de las fotografías que mejor reflejan la magia de este otoño :)
Introducción | Un Paraíso en los Pirineos
El Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido es una de las joyas naturales más emblemáticas del Pirineo aragonés y de toda España. Se encuentra en el norte de la provincia de Huesca, dentro del término municipal de Torla-Ordesa, en el corazón del Pirineo oscense, y forma parte del Macizo de Monte Perdido.
Creado en 1918, fue el segundo parque nacional de España, y su fundación marcó un hito en la conservación de los paisajes de montaña. En su origen protegía el Valle de Ordesa, pero con el tiempo su superficie se amplió para incluir otros valles glaciares como Añisclo, Escuaín y Pineta, que rodean el macizo de Monte Perdido (3.355 m), el tercer pico más alto de los Pirineos.
El parque abarca un impresionante mosaico de ecosistemas alpinos: bosques de hayas, abetos y pinos negros, praderas de alta montaña, acantilados y cascadas. Cada valle tiene su carácter propio, pero es en el Valle de Ordesa donde el paisaje alcanza su máximo esplendor visual.
Puente con vistas al bosque otoñal en la Senda de los Cazadores.
La Senda de los Cazadores | Como estar dentro de un cuadro
Empezamos la jornada en el aparcamiento de la Pradera de Ordesa; recordatorio práctico: no es posible acceder en coche privado hasta el corazón del valle —o subes andando desde Torla (varias horas) o tomas el autobús desde el pueblo—, así que organiza la logística con tiempo.
Llegué a primera hora y la luz todavía era tenue; la niebla envolvía el valle y convirtió cada paso en una oportunidad fotográfica. Esas primeras horas, con la atmósfera húmeda y las capas de niebla entrando y saliendo sin parar entre las paredes, generaron escenas dramáticas que merecían paradas constantes: me detenía literalmente cada 20 metros.
Subimos por la Senda de los Cazadores con el ritmo típico de cualquier salida fotográfica: avanzar, detectar, encuadrar, disparar y repetir. La ruta ofrece vistas que cambian con cada giro del camino; por eso no paré de hacer fotos. Al llegar a la Cascada de la Cueva la calma del entorno se mezcla con la realidad de un sábado: había mucha, mucha gente. Conseguir un encuadre limpio fue complicado; en tramos concurridos donde salirse del sendero implica riesgo (caídas al río o al barranco), la paciencia es la única estrategia segura.
Seguimos ascendiendo, pegados al curso del río Arazas, hasta llegar a la Cascada del Estrecho. La cascada es un lugar realmente impresionante: la caída y las paredes laterales crean composiciones verticales poderosas, y en otoño el contraste entre la roca, el agua y los tonos dorados del bosque funciona de maravilla a la hora de crear fotos bonitas a la par que impactantes.
La Cascada del Estrecho en todo su esplendor.
Consejos prácticos y fotográficos para la jornada
Manejar las multitudes sin arriesgarse (sobretodo en temporada alta)
Evita salirte del camino en zonas peligrosas. En su lugar: usa teleobjetivo (70–500 mm) para comprimir y aislar sujetos. En caso de usar solo objetivos angulares, busca ángulos (valga la redundancia) que escondan a la gente; espera pequeños huecos — la paciencia suele dar mejores resultados que la temeridad.
Técnica para “limpiar” a la gente en la postproducción: toma varias exposiciones desde el mismo punto y fusiona en Photoshop clonando intervalos donde la escena esté vacía.
Niebla y luz tenue
Lleva trípode y usa temporizador / disparador remoto: en condiciones de baja luz son imprescindibles.
Dispara en RAW y subexpon ligeramente si se queman las altas luces en la niebla; recupera sombras en para mantener textura en la vegetación y en las zonas rocosas. ¡Muy atento al histograma!
Exposición y efectos de agua
Si quieres conseguir el famoso efecto seda en el agua usa disparos de 0.5–2 s (usando filtro ND si la luz es fuerte). Para para congelar el movimiento dispara a 1/200 o más.
Apertura recomendada: f/8–f/11 para máxima nitidez y profundidad de campo en paisaje. Puedes cerrar más (hasta f/16) para conseguir enfocar más la escena aunque pasarse reducirá la calidad de la imagen.
ISO: 50–500 para mantener ruido controlado.
No subestimes los teleobjetivos para la fotografía de paisaje. Prueba a aislar sujetos lejanos como picos nevados o bosques con niebla y disfruta del resultado.
Siguiente parada | Valle de Bujaruelo
Si vas a visitar el parque, una parada obligatoria es la zona del Valle de Bujaruelo. Siguiendo hacia el norte el río Ara, descubrirás unos rincones preciosos para exprimir al máximo la cámara.
Puente de Santa Elena. Siguiendo el camino hacia el Valle de Bujaruelo.
Tras abandonar el Valle de Ordesa, nos adentramos a explorar el Valle de Bujaruelo. Durante el camino existen muchos rincones donde puedes parar y deleitarte con los colores mágicos del otoño (como la foto de arriba).
Si seguimos el camino, una ruta bastante movidita en coche (hay muchos baches) ¡ojo los coches bajos!; llegamos a la zona más turística del Valle, donde se encuentra el Puente Románico de San Nicolás y el Refugio de Bujaruelo. En esa zona encontrarás unas extensas praderas rodeadas de grandes e imponentes montañas. Desde ahí puedes empezar diferentes senderos que te adentrarán en los frondosos bosques o te llevarán a lo más alto de los picos. La decisión es tuya.
El Valle de Bujaruelo, destaca por su origen glaciar, sus prados amplios y su conocido puente románico del siglo XIII (segunda foto), antiguo paso de peregrinos hacia Francia. Es una alternativa tranquila al valle de Ordesa y el lugar donde nace el río Ara, uno de los pocos ríos sin presas de España.
La zona ofrece buena fauna para fotografiar si uno es paciente y tiene suerte, —marmotas, rebecos y ciervos— y como hemos dicho, es punto de partida de rutas hacia montañas como el Vignemale en Francia. Además, su baja contaminación lumínica lo convierte en un sitio ideal para fotografía nocturna. En conjunto, un valle práctico y accesible para la exploración y la fotografía de naturaleza. A veces incluso pueden avistarse osos.
Última parada | Añisclo (Sobrarbe)
Para despedirnos del otoño en el Pirineo, decidimos visitar la zona del Cañón de Añisclo. Tras una ruta en coche por carreteras sinuosas que dejaban ver inmensos bosques manchados por el naranja y el amarillo de esta estación, llegamos al parking de Tella. Desde ahí empezamos nuestra ruta.
El Cañón de Añisclo, en Sobrarbe, destaca por su mezcla de origen glaciar y fluvial, que ha creado uno de los desfiladeros más profundos del Pirineo. El río Bellós atraviesa todo el cañón formando pozas y cascadas en un entorno muy húmedo y sombrío. Es un área con gran valor geológico dentro del macizo del Monte Perdido, declarado Patrimonio de la Humanidad.
La zona es también conocida por la abundancia de buitres leonados, quebrantahuesos y rebecos, visibles en las paredes verticales. En la entrada del cañón se encuentra la ermita de San Úrbez, construida bajo una roca, uno de los puntos más visitados. El clima es cambiante y genera sombras y nieblas frecuentes. Dejaré que seáis vosotros lectores, quienes descubráis con vuestros propios ojos la zona cuando la visitéis. Os recomiendo encarecidamente llevar teleobjetivos y si os cabe en la mochila algún objetivo macro, mejor :) En los caminos que bajan hacia el cañón puedes encontrar pequeños reptiles y una gran variedad de setas…
Para finalizar esta entrada del blog os quiero compartir una foto muy especial para mí. Está tomada en la zona del Valle de Ordesa, siguiendo la Senda de los Cazadores. Esta foto es el resultado de años de práctica, muchos kilómetros de marcha con el peso del equipo de fotografía encima, mucho ver vídeos y mucho leer, pero por encima de todo, miles y miles de fotos.
Amanecer en el río Arazas. Otoño en el Valle de Ordesa.
Espero que os hayan gustado las fotos y que la información haya sido de ayuda. Os agradezco mucho que hayáis pasado por aquí y os deseo muy muy buenas fotos y grandes momentos ahí fuera en la naturaleza. Solo os pido una cosa, respetadla, sin ella no existiría ninguna de las fotos que habéis visto. No existiría ni el otoño siquiera.
“Antes de perder todas sus hojas, los árboles nos avisan de lo preciosos que pueden llegar a ser”
Oliver Freixas